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Las fotografías en este capítulo evitan en todo momento, es de rigor, el mero registro. El motivo se convierte en el punto de partida desde el que arrancan un sinfín de sugerentes interrogantes. El espectador se ve envuelto en un tranquilo trayecto atemporal hacia un terreno fronterizo donde las obras y las nuevas imágenes se confunden. Un apasionante viaje se inicia, una conversación muda, intensa, reflexiva. Las obras retorcidas en acrobáticos interrogantes dan paso a un nuevo análisis de las capas que las forman y de los procesos seguidos por ellas.
Las instantáneas resultantes se convierten en entes autónomos. Poseen sus propias referencias, dudas, temores y afirmaciones. Proponen preguntas con aspecto de charada, interrogantes abiertos y cerrados. Respuestas sólo desveladas por observadores atentos y dispuestos a entrar en el juego. La exploración visual como reflejo de una realidad aparente. Un espejo de quimérica presencia.
O. Rescar

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